Muy bueno el post, cargado de ironía, de Iosu Lazcoz sobre la Retroinnovación. Yo mismo he utilizado el oxímoron «retroprogreso», aunque en otro sentido, para poner en solfa el manoseado progreso tan vendido por los progres, que no ha supuesto sino un empequeñecimiento de la persona humana, cuyo menoscabo es el individuo, fácilmente manejable por los poderes sociales y políticos para acarrear piedras con las que construir enormes ídolos de una «religión», llamada materialismo, que a la postre a nadie satisface.
Me parece que Iosu plantea tres cuestiones en su post: primera, el valor del pasado, del presente y del futuro de la innovación; la segunda, si la emoción vale tanto o más que la razón; la tercera, la deshumanización del hombre. Y, para muestra, cita un botón: un anuncio de Coca Cola.
La innovación, su emprendimiento, no tiene un momento cero. Decía don Miguel de Unamuno que «tropezamos con el pasado al avanzar», que es tanto como afirmar con la Biblia que todo está inventado, que «nada hay nuevo bajo el sol» (Ecl. 1,9). En efecto, todo está ahí. Innovar no es crear de la nada, sino descubrir lo que ya existe desde el pasado para, al modificarlo, introducir hoy (presente) novedades con las que planear, que no resolver, el futuro. Esto no es sino un desafío intelectual cuyos resultados son, por una parte, lo innovado y, por otra, una emoción tanto en el descubridor como en el usuario de la innovación. Y, ¿qué es lo que existe que no vemos, que no reparamos en su valor o que despreciamos? Elementos físicos y sus relaciones, cuyo descubrimiento o reformulación da lugar a soluciones o nuevas tecnologías, y elementos psíquicos o morales —mayormente valores humanos—, en los que hemos ido creciendo conforme nos civilizábamos, salvo que hayamos renunciado a ellos para la persecución de los ídolos a quienes antes me refería.
Decía que se innova en el presente con datos del pasado. Es en el pasado precisamente donde convergen las líneas, más bien quebradas que circulares, de la innovación. Y desde ese pasado divergen conforme el presente se va haciendo futuro. No pueden hacerse tributarias del pasado —serían «reaccionarias», si habláramos en términos políticos—, pero tampoco deshacerse de él, rompiendo con la tradición en la que halla sentido la civilización humana. Mucho podríamos escribir sobre ello.
Innovan las personas humanas, que tienen una doble dimensión, individual y relacional. También emocional. El ser humano —sujeto pensante, consciente y responsable— es una persona en relación. Así se explica la existencia de la sociedad civil y también la innovación en red. No cabe otra posibilidad para innovar. ¿Innovan las empresas, como se pregunta Iosu? Depende, me atrevo a decir. La empresa no es una razón social, un capital y unos recursos humanos. Ante todo la empresa son sus hombres, las personas que en ella trabajan y a la que aportan su mejor hacer y su creatividad. ¿Nos lo creemos?¿Lo tenemos en cuenta en el día a día? También podríamos escribir sobre ello, largo y tendido desde la experiencia.
Vayamos ahora al anuncio de Coca Cola y veámoslo tres veces. Me gusta. Me pregunto qué puede decirse hoy de ese producto que no se haya dicho antes. Pues esto. No hace una innovación al revés, sino que mueve nuestras emociones al proponernos compartir humanidad y recuperar valores para la convivencia humana de un pasado logrado que habíamos liquidado: Let’s look at the world a little differently. Hace apelación a una Open happiness, desconocida para los más jóvenes: valores eminentemente sociales, por cuanto que tienen que ver con nuestra vida en comunidad. Valores, además, fundados en el respeto mutuo. Apelar hoy a ello casi es inaudito, porque nuestra civilización ha desarrollado tal grado de individualismo que ya no prestamos atención a los demás, salvo que de ello —seamos realistas— saquemos beneficio. Y sin embargo, ¡la persona humana necesita de la sociedad para ser completa! ¡Qué contradicción!
Me atrevería a decir que Coca Cola está innovando más allá de lo que es mera publicidad, porque innovar también es «volver una cosa a su anterior estado» (DRAE), «resetear» diríamos hoy, «place in position again» (Oxford Dictionnary). Al proponernos volver la vista atrás para reencontrar esos valores liquidados, los repristina y los asocia a una «nueva cultura» más humana, con auténtica calidad de vida. ¡Qué tentación!