
La ausencia de jerarquías en la red es gran parte del éxito y auge de las distintas redes sociales, donde cada día más personas se sienten seguras para expresarse sin tabúes.
Esto hace que fluya el talento. Que se pueda trabajar sin la necesidad de un currículum y de crearse a sí mismo de nuevo en un espacio alternativo donde observar o dejarse ver desde una parcela más o menos privada.
De alguna manera, la gente comienza a tener más fe en este sistema cibernético que está tomando un poder encabezado por cada uno de nosotros.
Desaparecen los líderes físicos y cogen fuerza las corrientes.
Vuelve a valorarse la»voz del pueblo» y encontramos las respuestas en la horizontalidad de este nuevo mundo tan real como paralelo, que cada vez se parece más al que aspiramos conseguir.
Es probable que en menos tiempo del que pensamos, esta realidad actual se de la vuelta y vivamos en este nuevo planeta creado por todos donde nos sentimos seguros y arropados.
Tal vez el futuro de la política esté en nuestros teclados y nuestro voto a un solo click.
La utopía de un nuevo mundo podría dejar de serlo si somos capaces de madurar con inteligencia para gobernarnos, y si es cierto aquello de que el poder repartido es la mejor arma contra la corrupción.