Prueba y error, dicen los científicos. Entrenar hasta “automatizar”, los deportistas de élite. Afinar y ensayar, los músicos. Simular, los ejércitos y las ONG. Reconocer el esfuerzo, los pedagogos…
El error va implícitamente ligado al aprendizaje, es un paso necesario en el camino al idílico momento “Eureka”. No siempre somos conscientes, pocas veces nos agrada cometerlo y menos reconocerlo, en ocasiones nos hace reflexionar y casi siempre, precede al “éxito”, término subjetivo donde los haya.
Una de las personas más sabias que conozco, utilizaba el símil de las vacunas, esas que preferirías no inyectar a tus hijos para evitarles el dolor del pinchazo, pero que administras sin dudar en pro de unas defensas imprescindibles en el futuro. Me explicaba así, que hay que permitir las equivocaciones y una cierta dosis de sufrimiento a los hijos, si queremos que crezcan con capacidad de vivir la vida plenamente, sin desmoronarse a la primera de cambio. No era una oda al martirio, sino un asumir que no aprendes a levantarte, si no has caído previamente.
Me emocionó este vídeo que nos mostraba Ariadna, ex alumna del Colegio Montserrat, en una quedada en la que expuso buenas prácticas educativas sobre el aprendizaje basado en la resolución de problemas (PBL), desde su perspectiva de alumna.
Estamos en pleno auge de la figura del “emprendedor”, ese ser ya casi mítico que nos va a librar de todos los males que acarrea la crisis y que brotará por generación espontánea gracias a leyes, subvenciones y soflamas. Hay millones de guías prácticas, webs y entidades preocupadas y ocupadas en hacer que se preparen planes de negocio para evitar los errores “típicos” del que se lanza a poner en práctica una idea. Por fortuna, empiezan a publicarse también ejemplos de personajes con éxitos precedidos de aprendizajes, para ir avisando a navegantes supongo. /
Recuerdo que hace años, Bill Gates contrataba a personas que hubiesen puesto en marcha negocios que fracasaron, para que no se hundieran al encontrar obstáculos. Eran los tiempos en que en las empresas estaba de moda hablar de la resiliencia.
Me empalagan esas nubes de algodón rosa que se deshacen cuando las tocas con los dedos. ¿Qué vamos a hacer con todos aquellos que se la peguen por seguir los consejos de la moda imperante sin haber realizado un análisis crítico ni haber sido educados para tolerar la frustración? ¿Cuántos de los que proclaman y asesoran han emprendido?.
Emprender nuevos proyectos y empresas es apasionante, pero que los que no lo han hecho nunca, no vendan que es sencillo por favor, o no habremos aprendido nada de las burbujas que nos han traído estos lodos.