Allá por el año 92 tuve la suerte de conocer a Bob Fitzpatrick, el primer director general de Disney París (duró poco porque el parque no daba los resultados esperados en un primer momento) y de hacer un pequeño trabajo sobre los parques Disney y su organización y la verdad es que me entusiasmó. Luego, a finales de los 90 fui varias veces al parque y no había vuelto hasta ahora, casi 15 años después y con niños. Así que he conocido el parque desde un punto de vista diferente.
Soy una convencida de que una de las principales fuentes de ideas y de innovación es ir con los ojos bien abiertos a todos los sitios y observarlo todo, así que me he aplicado el cuento y, voilà!
- El parque sigue limpísimo y como nuevo. No hay ni un desconchado, ni un rasguño. Recuerdo que esa era una de las obsesiones de su fundador: rasguño llama a rasguño y suciedad llama a suciedad. Así que asumo que siguen repasando el parque a diario casi a pincel.
- Los baños están discretamente camuflados para no enturbiar esa imagen y están constantemente limpiándose. En Disney y en un montón de sitios de París se ha implantado la revolución de los airblade de Dyson así que la gente sale con las manos secas y no hay trozos de papel por todos sitios. … Un claro ejemplo de una necesidad bien conocida por todos los usuarios de baños públicos que alguien ha solucionado. Por cierto que acaba de salir un estudio británico que dice que lo seca-manos son un colosal emisor de bacterias y estos aparatos, además de secar las manos, proclaman que su filtro las elimina.
- Las “parades” están cuidadísimas conjuntando perfectamente sonido, bailes, canciones y todos los que participan en ellas muy pulcramente vestidos y pintados. Ni un pelo fuera de sitio y la sonrisa perenne en los labios. Y han conseguido esa cadencia que echo siempre de menos en las procesiones, cabalgatas y demás… no hay huecos, ni esperas, todo fluye en continuo.
- Impresionante el espectáculo antes del cierre del parque, proyectado sobre el castillo de la Bella durmiente, luces, personajes, voces, canciones, fuegos artificiales, colores… no me extraña que haya obtenido tantos premios.
- Pero si algo es increíble en Disney es su gestión de las colas. Impresionante. Hay tanta gente que fue imposible montarse en una atracción sin hacer como mínimo media hora de cola. Pero las colas están disimuladas en idas y venidas en diferentes espacios, con entretenimientos por el camino. Cierto es que en determinados momentos te dan ganas de balar, beeee beee porque resulta ridículo tanta gente hecha y derecha haciendo cola como corderitos para disfrutar de 5 minutos de diversión. Pero lo que me resultó más sorprendente es que los niños, que en cuanto tienen que esperar 5 minutos en cualquier sitio la montan, allí aguantaban las colas como jabatos. Sin saber qué les esperaba al final porque ni lo veían ni se lo habíamos contado… ¡debe ser la magia Disney!
Por cierto, que con tanta nacionalidad diferente, antes notaba mucha mayor variedad en vestimentas, peinados, etc. Ahora todo es mucho más uniforme… algo habrán tenido que ver las grandes cadenas de ropa de presencia internacional.
- Otro diferencial del parque es la gente que trabaja en él. Recuerdo, del estudio que hicimos, que los trabajadores del parque tenían que ir a la universidad Disney antes de empezar a trabajar y, también, que todos ellos, desde el director general, tenían que estar en algún puesto de atención al público una vez al mes. Lo cierto es que los hay de todas las nacionalidades y son muy correctos. Y aunque intentamos descubrir a los directivos y la gente de oficina entre todos los trabajadores, lo cierto es que ¡no fuimos capaces de distinguirlos!
- Y por supuesto todo invita a comprar, en todas las atracciones hay fotos para que puedas comprarlas y muchas de ellas terminan en una tienda. Creo que la frase “no vamos a comprar nada hasta el último momento” fue la que más repetí.
Voy ahora con unas propuestas de innovación, if I may:
- Alguien tiene que ser capaz de inventar algo que neutralice el olor a pis de los lavabos. A pesar del cuidado y la limpieza, con la inmensa cantidad de gente que pasa por ellos, el olor está ahí…
- Si no sabes francés… no todo se traduce al inglés. Aunque tengo que decir que esto me ha ayudado a convencer a mis hijas, poco amantes de los idiomas, de lo importante que es aprenderlos. Pero tiene que estar cerca la invención del aparato que traduzca a tu idioma.
- Las personas son amables, pero poco acogedora. Son muy correctas y te dan todas las instrucciones que necesitas pero no son especialmente simpáticas. ¡Quitando un chico encantador del coche de toy story (era andaluz)! Habrá que darle una vuelta a la universidad…
- Y en los hoteles, esas ridículas toallas que solo sirven de taparrabo masculino… ¡por favor!
Eso es todo, seguro que hay muchas más cosas pero no es plan de aburrir al personal…