Me rondan la cabeza varios ingredientes, casi fijos, de las recetas que se cocinan para innovar en estos tiempos que nos toca lidiar. Hay un condimento que siempre está ahí, acechando. No suele gustarnos, no lo compramos ni lo vendemos, pero siempre está en el puchero, dispuesto a convertir nuestros guisos en algo único: la Incertidumbre, esa omnipresente compañera que algunos tienden a obviar, otros a tolerar y pocos a disfrutar.
Los hay que prefieren pensar que es la excepción que confirma la regla, no nos vayamos a cargar la pirámide de necesidades básicas de Maslow o algunas leyes científicas irrefutables. Hay quienes la bautizan con apelativos glamourosos como Serendipia. Los más, creen que es un mal necesario con el que aprender a convivir. Para otros, los menos, es una oportunidad de sentirse vivos y de aprender a avanzar sin demasiado miedo. Cuentan que John Wayne decía que no es valiente el que no tiene miedo, sino el que aun teniéndolo, se sube al caballo.
No todo cambio es satisfactorio en primera instancia. Si nuestra salud mental no está deteriorada, tendemos a valorar una cierta seguridad que nos permita descansar intelectual y emocionalmente, al menos un ratito cada día.
No trato de loar a los temerarios inconscientes que arriesgan lo suyo y lo de otros sin valorar las consecuencias, ni a los codiciosos sin valores que sólo ven su propio beneficio. Los avances en neurociencia demuestran, que el error de buena fe, una vez analizado y convertido en cambio, es un gran maestro del que todos deberíamos ser alumnos aventajados. La educación empieza a tomar nota lentamente, las empresas sanas e innovadoras ya lo asumen. Tal vez nos quede tarea como sociedad en este sentido y puede que aprendamos a no estigmatizar el mal llamado fracaso. El que no arriesga no gana y el que “fracasa” lo ha intentado. En política habrá que ir pensando en cambiar aquel desafortunado “el que se mueve no sale en la foto” por un “si no te mueves por el bien común, no hay foto”.
Como hija y nieta de emprendedores, viajera y motera (sobre todo antes de formar una familia numerosa, el proyecto más enriquecedor y apasionante que nunca he vivido) experimentadora (salsera diría mi abuela),lanzadora de proyectos y lectora muy mejorable, creo que la incertidumbre da pie a la energía que ha movido grandes y pequeños progresos: empresas, movimientos sociales, descubrimientos, tecnologías, proyectos, fortunas, amores, productos, servicios y grandes relatos. Muchas creaciones surgen como respuesta a una crisis.
Si todo estuviera dicho y hecho, si todo fuese cierto y predecible, sólo nos quedaría languidecer para contemplarlo. Y la verdad, a mí un mundo desapasionado y conformista no se me hace muy tentador, aunque sólo sea para contar algo a los que me rodean, aunque sólo fuera para dejar tareas y retos a los que nos seguirán.
Seguiré cocinando con incertidumbres, aunque a veces duela, aunque haya melancólicos que nos hagan creer que cualquier tiempo pasado fue mejor. No sabría hacerlo de otra manera…