Como todo en la vida el aprendizaje real nace de convertir los errores propios en las lecciones de mayor valor para el futuro. Lo mismo ocurre en el entorno empresarial y tanto más cuanto más lejano es el retorno económico sobre el esfuerzo invertido. Naturalmente esto es de especial relevancia en casi todos los procesos de innovación que pretenden reintentar los productos o modos de funcionamiento de una empresa ya que sus efectos normalmente se percibirán a medio plazo.
La mayor parte de los errores en el desarrollo de la innovación vienen por tanto asociados a ese lapsus de tiempo que hace perder de vista la relación entre la causa y el efecto. Lo que sí se percibe de manera continua es ese lamento acerca de la innovación que nunca llega al mercado, que acabó en su día en la célebre frase de Miguel de Unamuno «¡Qué inventen ellos!». Voy a tratar de recoger los 5 mayores errores que afectan a que el desarrollo de la innovación llegue a dar los resultados esperados:
1) La innovación es clave para la empresa y por ello no podemos permitir que terceros ajenos a la empresa participen en nuestros procesos de innovación. Nadie es perfecto en hacer lo que no sabe hacer y cualquier proceso de innovación supone entrar en el terreno del desconocimiento para desarrollar nuevos productos o servicios que catapulten a la empresa a mayores beneficios. Por lo tanto si el proceso es endogámico nunca generaremos más que evoluciones o mejoras incrementales sobre lo que ya sabemos. Es necesario romper las barreras psicológicas que nos impiden buscar relaciones con terceros donde ambos pueden ganar e incrementar las perspectivas de negocio futuras. No solamente fuera de nuestro sector para preservar nuestro mercado sino también en colaboración con nuestros competidores. Si somos capaces de crear un mercado mayor que el actual no tengamos miedo a compartirlo, porque tanto si lo hacemos como si no, al final el mercado atraerá a los competidores. Lo importante no es evitar que otro pueda ganar sino que nosotros ganemos más de lo que hacemos actualmente y si para ello podemos colaborar con otros agentes con los mismos intereses y descubrir antes ese nuevo mercado, no dudemos.
2) La innovación debe estar apoyada por la financiación pública. Si la innovación es realmente generadora de nuevos productos o servicios que se pueden comercializar no debería necesitar ayudas públicas porque en si mismo deberían responder a un modelo de negocio sostenible. Es cierto que es una apuesta de riesgo pero también ofrece retornos no existentes. Por lo tanto ningún ejercicio de innovación debe residir sobre la premisa de si se obtiene o no una ayuda de financiación pública. Los fracasos más notorios en el desarrollo de la innovación se producen en el momento en que la ayuda financiera deja de convertirse en un medio para ser un fin. Existen ejemplos de organizaciones que crean eficientes estructuras de captación de dichas ayudas financieras para lo cual no dudan en adaptara todos sus procesos de innovación y por lo tanto sus objetivos a lo que los pliegos de condiciones de las ayudas indican. En casi todos lo casos esa innovación acaba convirtiendo en un producto de venta más que genera ingresos no despreciables pero que rara vez terminan convirtiendo en un nuevo producto. En los tiempos de crisis, donde los mercados tradicionales se estrechan, esta práctica se agudiza creando una peligrosa competición por fondos cada vez más escasos. El cortoplacismo en la consecución de ayudas mata el desarrollo futuro de los productos que nos devolverán a la senda de los beneficios. En estas épocas nacen empresas que sin ningún tipo de ayuda rompen el mercado adelantando por la derecha y la izquierda a aquellos que se ofuscan con las ayudas
3) La innovación es clave para el futuro de la empresa y por eso vamos a dedicar nuestros mejores recursos. Es una de las afirmaciones más huecas. Se proclama con gran fuerza por parte de los directivos de la empresa pero a continuación nos encontramos que los mejores recursos se siguen dedicando al negocio tradicional. La mayor parte de los procesos de innovación se nutren de personas que no tiene contrato fijo, o de becarios y en último caso incluso de personal que nos molesta en otras áreas de la empresa. El final es demoledor, se crean equipos no estructurados que internalizan la baja importancia que para la organización tiene su trabajo, que saben que las prioridades de su trabajo cambiarán en función de los picos de trabajo en el negocio tradicional o que su propia asignación a dicho trabajo no gozará de la estabilidad o de los medios adecuados. Desde el punto de vista financiero la innovación es un coste más que se detrae de los beneficios en la cuenta de explotación y por lo tanto sujeta a los vaivenes del cortoplacismo en la gestión del negocio tradicional.
4) Implementación de los incentivos adecuados que favorezcan la innovación. Todos los sistemas de gestión empresarial contemplan los mecanismos de incentivos como medio de incrementar la productividad y por ende los resultados del negocio. En el caso de la innovación el mayor de los incentivos es desincentivador per se. El único objetivo retribuido y premiado es gastar lo menos posible. Pocos ejemplos se pueden traer a la palestra donde al equipo innovador se le retribuya e incentivo por generar nuevo negocio a través de la incorporación de procesos, servicios o productos. Me voy a recrear incluso en la perversión que introducen ciertos mecanismos de financiación pública, que se basan en el devengo del costo. Estos requisitos no solo no favorecen la generación de productos sino que tampoco favorecen que los procesos de innovación se realicen de la manera más eficiente posible ya que no miden la innovación generada sino cuanta y como me gasto. En consecuencia en el menos malo de los casos las organizaciones gastan lo que habían dicho para no perder la ayuda y en el peor de los casos generan estructuras internas que son realmente innovadoras en la justificación de los gastos.
5) Estudiar los subproductos. Cuando uno se lanza por el proceso de la innovación pronto debe ser consciente de que el riego de conseguir los objetivos planteados es mucho mayor que en un negocio maduro. Es lógico ya que el segundo responde a procesos y operaciones validadas y contrastadas, mientras que en el primer caso nos adentramos en la senda de lo desconocido en busca de El Dorado. La posibilidad de que no se alcancen los objetivos es cierta pero no es menos real que si el seguimiento del trabajo invertido no se realiza tan solo desde el punto de vista del gasto sino del conocimiento generado nos podremos asombrar de la cantidad de subproductos no buscados que pueden aparecer ante nuestros ojos.
Cualquier asesor en procesos de innovación debe tratar de ayudar en aprender los errores antes de proponer verdades mágicas absolutas. Como me enseñaron de pequeño al ajedrez se aprende perdiendo, y el mundo de la innovación es la mayor partida de ajedrez que nunca haya conocido.
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