mirziamov.ru Recientemente ha caído en mis manos un artículo, escrito por Deborah Gage, realmente interesante. El artículo se hacía eco y recogía una serie de conclusiones extraídas de un estudio realizado por Shiknar Ghosh, de la Harvard Business School.
Dicho estudio pretende analizar cual es el éxito real que logran los fondos de capital riesgo que invierten en Startups.
Para ello analizó más de 2.000 compañías que habían recibido inyecciones de capital de más de 1 millón de dólares entre los años 2004 a 2010.
Los resultados son cuando menos sorprendentes:
– Entre un 30% y un 40% acaban en quiebra
– Casi un 95% son incapaces de generar un retorno que pague la inversión inicial (frente a la creencia de que esta tasa es SOLO del 75%)
Si uno compara Startups que han recibido fondos de inversión frente a las que nunca recibirán dicho tipo de financiación aparecen otros puntos demoledores:
– Las compañías que no recibieron financiación de fondos de inversión presentan una mortalidad temprana mucho mayor que las que si lo recibieron
– La tasa de mortalidad de las compañías que reciben fondos de inversión se dispara en el cuarto año de vida.
Es demoledor porque muestra la incapacidad aparente de los fondos de inversión para:
– Seleccionar proyectos con un gran potencial de éxito
– Admitir cuanto antes que los proyectos fallidos hay que cancelarlos
Reflexionando sobre el fondo en cuestión podemos llegar a la conclusión de que estos males, en mi opinión, son la herencia de una época en la que el dinero tenía muy poco miedo al riesgo y era abundante. Pocos fondos de inversión realizaban, y aún en día pasa lo mismo, análisis técnicos, comerciales, del equipo directivo y de negocio profundos.
El conocimiento del sector en el que se embarcaban en muchas ocasiones era limitado y las decisiones de inversión en muchas ocasiones se realizaban en base a tendencias. El efecto era una retroalimentación que eliminaba cualquier juicio de valor crítico, que cuestionase la idoneidad de la inversión.
En mi modesta opinión, los fondos de inversión deben abordar una profunda innovación en los métodos de análisis y en el propio seguimiento de los proyectos que abordan.
Un 5% de proyectos con éxito, como demuestra el estudio de Ghosh, es cuando menos mejorable. Aún y cuando fuera del 25% resultaría necesario abordar esa innovación, porque todo el dinero que se pueda invertir en proyectos de éxito en lugar de en fracasos redundará en un crecimiento y nuevas oportunidades para toda la sociedad.