Soy una jugadora de equipo adicta a la innovación, con sus pros y sus contras…
Hermana mayor de familia numerosa. Con 10 años entrenaba 25horas a la semana para estar en un equipo de competición de gimnasia rítmica. Con 18, alquilamos un bar en San Fermín entre 10 conocidos para poder financiar nuestros proyectos del verano (el mío, irme de aventura a París). Con 25, acabando la carrera en Francia, hicimos el primer CD interactivo de CVs de alumni de nuestra escuela de negocios, que co diseñamos con empresas que contrataban gente en prácticas…
Me ha tocado jugar en equipo en toda mi trayectoria profesional y tengo mi “fools team” particular en casa, 4 enanos que suponen un incentivo diario para ser creativa e innovar en su educación…
¿Ventajas de estar siempre dentro de una tribu? Todas las que conocemos y más: complementariedad interiorizada, asumir que el “ganar/ganar” es más rentable que el “lo mío para mí y lo de los demás a medias”, capacidad para fijar metas comunes incorporando los lícitos intereses particulares de buena fe, saber que las distintas perspectivas hacen mejores resultados y generan más ideas, sociabilidad, humildad para saber qué aportas y qué debes buscar fuera, entrenamiento constante para colaborar, práctica de diferentes “idiomas mentales y verbales”, compartir como filosofía de vida y asumir tu responsabilidad como única vía para lograr que las cosas salgan adelante.
¿Contras? También los hay. Por muy consciente que seas de tus capacidades, estás acostumbrada a observar, a debatir, a interactuar, a preguntar, a contrastar, a asociar y a conectar. Esto es algo genial y que según nos ha demostrado Christensen en el “ADN del innovador” es fundamental para innovar.
Sin embargo, estar acostumbrada a esa forma de funcionar, genera inseguridad y cierta pérdida de productividad cuando tienes que trabajar sola gran parte del tiempo, aunque estés conectada en red. Necesitas la presencia física de tu clan para pasar de la idea al proyecto.
En Happen Inn funcionamos con “nodos” de personas multiproyecto y nosotras mismas, tenemos nuestros espacios y tiempos que no siempre es fácil sincronizar. Supongo que por eso está triunfando el co-working, porque por mucho instrumento TIC a nuestro alcance que haya, una sesión presencial de generación, cribado y conversión de ideas en algo valioso (con sus risas, discusiones y cambios sobre la marcha) no es sustituible por un grupo on line, aunque lo complemente y enriquezca.
Creo firmemente que somos animales sociales, pero los espacios de encuentro no serán sólo on line, aunque nos ayuden a innovar y mucho. Un emoticono no sustituye a una mirada cómplice en el momento eureka ni a la mano en el hombro en el momento ¡céntrate!