Va a ser que en los tiempos que corren, la química rige en muchos casos nuestro funcionamiento personal: pastillas para dormir, pastillas para estar pletóricos, pastillas para adelgazar, pastillas para no fumar, pastillas para estar más ágiles… y al final… ¡nos acusan de dopping! . Se borran de un plumazo el esfuerzo, la perseverancia y el sacrificio que requieren los buenos resultados.
Ahora que la pendiente es más escarpada , en pleno Tourmalet, tendremos que innovar todos en nuestro día a día, porque a fuerza de anestesias y placebos, hemos pensado que todo era un llano en el que bastaba con esperar el avituallamiento para avanzar mirando el paisaje. ¿Se nos estaba olvidando pensar en cómo ilusionarnos, en cómo convertir las que consideramos Amenazas en Oportunidades, en como mitigar las Debilidades y en cómo apoyarnos en nuestras Fortalezas. (Sí, sí, te suena a DAFO)?. Recuerdo con frecuencia una aseveración de la Directora de Formación de la Fundación ONCE “una persona en silla de ruedas es mucho más innovadora que la media, cada día, debe buscarse la vida para levantarse y salir a superar las innumerables barreras que se va encontrando”.
Alguno pensará: “Ya estamos con la dichosa moda de la innovación” y efectivamente, tendrá razón. La innovación, esa moda que comenzó como mínimo en el paleolítico, cuando algún inconformista pensó que tallando piedras conseguiría más que mirándolas con cara de pena y se inventó un hacha para hacerse la vida más fácil. No había subvenciones, no existía Internet, el hambre agudizó el ingenio.
Una piedra en el zapato te permite caminar, incluso a la pata coja…
Un dolmen sobre la cabeza puede enterrarte, pero también puede obligarte a pergeñar nuevas soluciones para poder caminar: a inventar la rueda para transportarlo, a buscar amigos para compartir el peso hasta encontrar el lugar en que trocearlo e incluso, a tirarlo para ir a buscar un lugar en el que no haya dólmenes…
Cada cual elije si de la necesidad hacer virtud o si quedarse clavado en el sitio mientras el pedrusco nos va enterrando, con la inestimable ayuda de las pastillas para el dolor, ¡faltaría más!