Llega el otoño y con él una nueva edición del Juevinnshow. Muchos de los juevinnsheros teníamos en el debe esto del blockchain, así que decidimos iniciar la temporada con un chute de tecnología de la dura. Y qué mejor que invitar a un experto como Óscar Lage de Tecnalia. Una de las primeras cosas que le oí decir es que tampoco es necesario que intentemos entender cómo funciona, que la televisión la vemos sin saber exactamente cómo funciona y no pasa nada, que lo importante es para qué sirve. Esto a mí me tranquilizó bastante porque he estado leyendo sobre esto en verano y seguía bastante pez.
Corría el año 2009 cuando el señor Satoshi Nikamoto (un alias de persona o de grupo hasta hoy no desvelado) alumbró la primera criptomoneda o moneda digital, el bitcoin que corría sobre tecnología Blockchain. Ahí comenzó su desarrollo que como se ve es relativamente reciente y que ha florecido sobre todo estos últimos dos años. Satoshi desapareció hacia 2011 pero dejando el código fuente abierto para que cualquiera pudiera utilizarlo.
Un comentario a hilo del discurso de Óscar llama la atención del público que le asedia a preguntas sobre el tema: para tener bicoins, para comprarlos, no tienes que identificarte (risas conspiratorias entre el público). Me pregunto qué hubieran hecho Escobar y el cartel de Cali con esta tecnología…
Pero vamos con la definición: Blockchain es una base de datos transaccional, descentralizada (P2P), cuya información es aprobada por consenso y se almacena en bloques de transacciones que están vinculados criptográficamente para hacerla inalterable. Ahí es nada. No acumula datos sino que recoge anotaciones, movimientos, transacciones. Utiliza internet pero para intercambiar valor en lugar de información. ¡Importante! El consenso, que aquí significa que todos los participantes de una red blockchain se adhieren a los mismos protocolos.
Las blockchains pueden ser públicas o privadas. En la pública cualquiera puede operar bajándose el software correspondiente pero en las privadas necesitas que te aprueben
¿Y cómo funciona? Cada usuario tiene dos claves, una pública en base a la que genera una dirección que es su identificador en el
sistema y otra privada que es la que se usa para firmar transacciones. Si quisiéramos registrar mañana una transacción, generaríamos el contenido de la transacción incluyendo nuestra clave pública y nuestra dirección o identificador. Si implicara transferencia de activos a otro usuario, pondríamos la dirección de destino de la transacción y firmaríamos introduciendo nuestra clave privada. La unidad de información que se transmite se llama token (puede ser dinero, energía o cualquier otra cosa) Esa transacción se envía a través de la red distribuida de ordenadores para que se propague en segundos. Cada vez que un nodo de la red recibe una transacción nueva, verifica la autenticidad de la firma y la validez lógica de la transacción y comprueba las reglas de cada transacción ejecutando el algoritmo. ¿¿El algoritmo?? Sí, es que resulta que cada transacción se da una reglas y estas reglas se contienen en un algoritmo que se ejecuta para verificar que una transacción es correcta. Las reglas del juego, la lógica del negocio es lo que se llama “smart contracts” (en terminología blockchainiana porque en realidad no siempre son contratos). Son programas que ejecutados sobre blockchain permiten automatizar las reglas del negocio sin intervención humana. Si todo es correcto, se propaga al resto de nodos/ordenadores. Esa transacción recibida verificada se mete en el pool de transacciones del nodo que al llenarse genera un nuevo bloque que la red propagará a todos sus nodos y que ya nadie puede eliminar. ¿Cuánto tarda en propagarse? Depende de nuestro amigo el algoritmo y como de rápido se ejecute. Actualmente se trabaja para que sea rápido y permita operar en tiempo real.
En la blockchain pública, los ordenadores/nodos compiten entre sí para llevarse el bloque porque el primero que lo genera es el que cobra la comisión.
El que se propague más o menos y se utilice para más o menos cosas blockchain dependerá del consenso social, de las reglas que nos demos (¡gran reto para los juristas!). Ahora para dar fe de que un piso es tuyo, es necesario que esté inscrito a tu nombre en el registro, que esté en blockchain no aporta nada pero quizá en el futuro decidamos que sí es suficiente garantía en cuyo caso muchos intermediarios y fedatarios…
Visto todo esto, una blockchain bien montada es inalterable e inhackeable. Aquí un avezado oyente pregunta por el lío aquel de los bitcoins perdidos y Óscar nos explica que lo que se hackeó fue la casa de cambio, que es un intermediario que guarda esas claves privadas y que ya se ve que no era muy seguro. ¿Y el wanacry? Pues cobró en criptomonedas, el dinero se fue dividiendo en un montón de transacciones y se le perdió la pista… ¿qué decía yo de Escobar?
Todo queda escrito, no se puede cambiar y por lo tanto hay trazabilidad de lo hecho. Señores, ¿les suena lo de que va a venir el auditor y la tarde anterior generamos unas actas que nos faltaban? Pues con blockchain se nota la trampa porque no está replicada en tiempo y forma. Por eso algunos bancos franceses lo están registrando todo en blockchain interna para que sirva de prueba para auditores y reguladores.
Y ¿para qué más se está usando?: para un montón de cosas en muchos sectores y casuísticas. De momento casi todos en fase de testaje (¡a innovar se aprende innovando!): abaratamiento de las transacciones dinerarias (¿lo notaremos?), trazabilidad de productos alimentarios, diamantes o medicamentos, automatización de pagos ante determinados eventos (seguros, retrasos de aviones…), intercambio de electricidad entre particulares, registro de inmigrantes, participación ciudadana. Abro paréntesis: entre el público teníamos a una persona trabajando en una aplicación de participación que a la lectura de la presente se puede ya dar por liada para venir a contárnosla otro día. Cierro paréntesis. Todo lo que conlleve transacciones seguras entre personas de cualquier parte del mundo y sin intermediarios es susceptible de usar blockchain. Y, señores, es que con blockchain ¡podríamos ahorrarnos el Swift bancario! Este aspecto preocupaba a los asistentes que se dedican a exportar e importar…
¿Que no está claro? ¿Qué tú como Santo Tomás tienes que tocarlo para creer? ¿Qué ya tienes algo en mente y no sabes por dónde empezar? ¡Estás de suerte! Te damos hasta la solución: el libro “Blockchain: la revolución industrial de internet” donde expertos de varios campos te lo ponen fácil para aclarar dudas y el laboratorio industrial de tecnología blockchain de Tecnalia para que hagas tus pinitos y trastees. ¡Es que somos tremendos!
Y con la cabeza llena de nuevas preguntas, necesitábamos un “descanso del guerrero”. Nos dimos un homenaje con unas riquísimas
pizzas de la Mafia que nos acercó nuestro amigo y juevinnshero de pro, Carlos, de las que no quedaron ni las migas. No tuvimos más remedio que regarlas con unos buenos caldos cerveceros y de otros colores…
Recuperadas las fuerzas, pasamos a nuestro segundo ponente de la tarde, un crack del storytelling que trabaja en una de las empresas más innovadoras de España, MTorres, y se llama Iñigo Idareta. Lo suyo, la innovación disruptiva en el mundo de la automatización para los sectores papelero y aeronáutico.
Si yo les digo que representen una idea, la mayoría pensará en una bombilla. Pues allí estaba Iñigo para cambiarles el paradigma: una idea es como un mosquito, no es capaz de moverte pero te pica y te mueves, es una excusa para poner a trabajar todo lo que sabes. Si además utilizas método para ayudarte a hacerlo, ¡miel sobre hojuelas! Al final lo que haces es validar (o no) la hipótesis que te aporta la idea poniendo a jugar en la valoración no solo la ciencia sino todos tus conocimientos y otros elementos como la financiación o el marketing.
Y esto fue lo que hizo MTorres para llegar al Torreswing que presentó recientemente en París. Para hacernos una idea Iñigo nos contó que un avión tiene 7 millones de piezas que se fabrican en diferentes lugares y van ensamblándose poco a poco en un proceso infernal. Solo el culo del fuselaje tiene 15.000 remaches de los que 9.000 se ponen a mano (no sé ustedes pero yo preferiría no haberme enterado de este pormenor) Lo que el equipo de proyectos especiales de Torres se preguntó fue si se podía automatizar de alguna manera. ¿Cuál era el conocimiento de MTorres? Automatizar y materiales compuestos, fibra de carbono. ¿El mosquito? Hacer toda la pieza de golpe y ahorrar ese infiernito de ensambles y remaches ¿Cómo? ¿Con un molde? y ¿cómo sacamos el molde? ¿Y si no lo sacamos? ¿Si hacemos un molde que sea parte de la estructura? Conclusión: hagamos un molde de fibra de carbono a base de anillos de distinto grosor pegados unos a otros. Problema, no podemos perdernos la bienal de aeronáutica en París, hay que hacerlo en 6 meses para no perder dos años. Porque llegar en el tiempo preciso es crucial para una innovación Así que ¡todos manos a la obra!: la fábrica de Murcia y la de Torres de Elorz. El resultado supondría una reducción de 50% del coste de fabricación. En este punto el público entendido estaba «ojoplático», ¡6 meses para un proyecto de esa envergadura!, ¡increíble! Pues lo hicieron, llegaron a París y consiguieron despertar el interés de la conservadora industria aeronáutica.
¿Y ahora qué? Pues ahora a ver en qué otras cosas y sectores puede aplicarse lo aprendido. El público lleno de «envidia» y yo la primera. Trabajar en un departamento de proyectos especiales que se dedica a tener ideas y hacer prototipos, ¡el paraíso! Pero claro, nos dice Iñigo, eso significa no saber qué harás mañana y estar dispuesto a aprender continuamente de muchos campos, a equivocarte y a estar siempre probando nuevas cosas. Para eso hay que valer… Como dice el jefe, Manuel Torres, esto va muchas veces de “lanzar piedras a la luna” no conseguirás alcanzarla porque es imposible pero con lo que aprendes por el camino puedes hacer cosas que los demás no podrán.
Y después como siempre, cervecitas y charleta, no mucha porque se nos había hecho tarde debatiendo con Iñigo y José Manuel. Lo justo para comentar que lo del blockchain todavía resulta difícil de intuir (¿Será como Internet en su día?) y que MTorres es una empresa con la que apetece mucho trabajar y de la que podemos y debemos aprender. Algún incombustible se quedó arreglando el mundo en una terrazita, ¡los juevinnsheros son así!