Una mujer política argumentaba hace unos días en la red que «la apuesta por la innovación ayudará a España a salir de la crisis. ¿Cómo se entiende — preguntaba en alta voz— que Rajoy recorte 600 millones de euros el presupuesto de innovación en una de sus primeras medidas?». No pude menos que salirle cordialmente al paso para indicarle que en http://www.happeninn.es se habla de la cuestión y que, «aunque el recorte presupuestario malogra líneas de actuación, no impide propiamente la innovación, porque ante todo ésta es una actitud personal». Acto seguido ella señaló que le gustaba la observación.
No quiero entrar en la polémica política. Los 600 millones afectan a la investigación, que puede ser un paso previo, o no, a la innovación. Lo estamos explicando en este blog. Merced a la investigación uno puede innovar en el campo de la farmacología, la biomedicina, la siderometalúrgica, la alimentación… Pero la innovación también puede ser de tono menor y no requerir procesos previos de investigación de alto coste, sino mera aplicación de know how, de un saber hacer en el que casi nadie repara. Tener una nueva idea, fruto de la observación y del propio talento, y con ella emprender está al alcance —me atrevería a decir— de cualquier persona avispada. Pero innovar por innovar no sirve para nada. Innovar es crear productos o servicios que hagan la vida más fácil. Innovar y emprender van de la mano. No cabe entender el uno sin el otro.
Emprender con una idea de negocio hizo el propietario de www.bodaclick.com, al reunir en una página web todos los servicios que requieren los novios para contraer matrimonio. Entrevistado por Cristina Arredondo[1], Luis Pérez del Val manifestaba que los buenos proyectos suelen nacer de los que son emprendedores natos, es decir, aquéllos que estando en su compañía deciden dejarlo todo y lanzarse quemando sus naves, «con un par de narices». Primero apostando con su propio talento y su propia energía; segundo, con su propio dinero. A partir de ahí —dice— es el instinto de supervivencia el que permite agudizar el ingenio. Primero es la idea la que tira, pero luego es la armonización del modelo de negocio con las circunstancias de mercado «y ser capaz de desarrollarlo». Cuando está maduro es cuando acuden capitales externos.
No es fácil poner el práctica una idea innovativa. Afirma del Val que «el emprendedor se enfrenta a una especia de batalla continua. […] Pero emprender es una forma de vida en la que realmente no tiene incidencia el hecho de que sea más fácil o más difícil [vencer la burocracia], es un escollo relativamente sencillo de salvar». «Poner de excusa la falta de iniciátiva por el hecho de que exista un Gobierno o unas tramas legales, es absurdo».
Concluyo este caso práctico señalando la cadencia lógica que se observa en el mismo: 1º. Talento; 2º. Idea innovativa; 3º. Emprendimiento; 4º. Producto o servicio. Bajo ella discurre una actitud personal.
[1] Época, 18 de diciembre de 2011
Autor: José Ángel Zubiaur
Convencido de que innovar es adoptar nuevos cauces e instrumentos para dar respuesta a una nueva realidad que nos resistimos a aceptar, manejar, dirigir y orientar, aporta una experiencia acreditada en gobernanza, tanto en España como en el resto de la UE. Ha liderado proyectos estratégicos públicos, privados y mixtos, en cooperación interregional y transnacional, compartiendo recursos estratégicos para el desarrollo territorial y de organizaciones, mediante procesos horizontales asentados en el conocimiento de las personas