Las fábulas no sólo constituyen un género literario lúdico, sino que también contienen elementos pedagógicos ejemplarizantes, muy utilizados para persuadir a las personas. Así, entre las decimonónicas Fantastic Fables del norteamericano Ambrose Bierce se encuentra la que resumo, que titula “El patriota ingenioso”. Dice más o menos así:
Un patriota ingenioso obtuvo audiencia del rey a fin de presentarle —y venderle por un millón de tumtúms— una nueva fórmula para construir blindajes, que ningún cañón podía perforar, con destino a los barcos de la Marina Real. Vistos los papeles por el Rey, prometió ordenar al Lord Tesorero Principal del Departamento de Extorsión que le fueran pagados.
Antes de finalizar la audiencia, el patriota sacó de otro bolsillo los planos de un cañón, también de su invención, capaz de perforar aquellos blindajes, por los que pedía otro millón de tumtúms, advirtiendo a su rey que sus rivales estaban interesados en obtenerlos por idéntico precio. Considerado lo expuesto, el rey prometió pagarle el precio que pedía.
Ya le iban a despedir, cuando sacó de otro bolsillo una fórmula para optimizar la calidad de los blindajes e impedir su perforación por los cañones de su inventiva…
Entonces el Rey hizo que el Gran Factótum Principal registrara al patriota y le encontró cuarenta y tres bolsillos, uno de ellos con tabaco. En vista de todo ello, el Rey ordenó que le fueran dados inmediatamente cuarenta y tres millones de tumtúms y acto seguido se le ejecutase y fuera promulgado un decreto declarando la ingeniosidad delito capital.
La sonrisa que nos arranca tiene su propia lógica.