Charlaba con un amigo, sensato y muy creativo, que se declara “sensible” a la innovación, pero no inmerso en el mundo terminológico y estratosférico de las tendencias y palabros que se utilizan. Me contaba que trata de leer sobre innovación, pero que le cuesta entender muchas veces como se aplican y traducen esos palabros a la economía real de las pymes y empresas “típicas” de nuestro entorno. Resumiendo, lee mucho bla, bla sobre lo que se debe hacer y ve pocos resultados y mensajes llanos que puedan convencer al que no está en ello. “Así no hay quien se enganche”, me decía, porque a muchos les da vergüenza parecer unos ineptos y asienten cuando oyen hablar sobre todo esto, pero luego vuelven a su realidad, que consideran muy lejana a la nube de la innovación y siguen como estaban.
Tiene razón, toda la razón. Los que sabemos algo de esto, y digo bien algo, tendemos a difundir lo último, lo muy novedoso que en realidad “consumen” los ya creyentes y no los futuros practicantes. Tenemos un cierto miedo a parecer obsoletos ante la comunidad de los convencidos y olvidamos con amnesias parciales, que en la economía real, hay todavía muchas personas y empresas que consideran la innovación un campo desconocido propio de Apple y Google, o una moda para que los consultores hagan el Agosto. Hemos caído en la misma trampa que algunos científicos; publicar para la comunidad experta y asumir que la aplicación “va de soi”. La reputación y la repercusión como criterios tan en voga, pueden generar endogamias, pero esto va de mejorar resultados y no sólo de acumular conocimiento para estar al día.
Para una pyme, los palabros son “yuyu” y los ejemplos son una evidencia que alimenta la esperanza en su capacidad de intentar y conseguir pasar de las nuevas ideas a mejores resultados para su propia empresa.
Este debate es habitual y no es nuevo. En este artículo de Rafel Ortiz, se aborda este mismo problema y muestra ejemplos de que se puede y se debe innovar.
Espero que a mi amigo, estos ejemplos algo más actuales que la invención del Chupa Chups y la Fregona, le sirvan para desmitificar la nube estratosférica que puede parecer a veces la innovación. No usaré ningún palabro para describirlos; el concepto es lo de menos, se trata de conocer resultados de pymes de por aquí contados por sus protagonistas.
Ferretería Ortiz, ejemplo de empresa que ha utilizado Internet para vender más y ampliar su oferta.
Restaurante Marmitako y Casa Rural Guikuri, han sabido adaptarse a lo que piden los clientes y ser diferentes de sus competidores.
Para aprender a innovar, no hay como ponerse a practicar. Eso sí, una labor previa de conocer y asentar algunos conceptos, nos marcará una senda a seguir y disminuirá el número de errores que sin duda cometeremos al poner en practica. Obras son amores, que “no sólo” buenas razones. Espero tus comentarios, amigo mío.