A mí me gusta canturrear. ¡Qué le vamos a hacer! Nadie es perfecto y mucho menos yo. Desde pequeña me gustaba mucho la música. Entonces solo teníamos dos canales de televisión y oíamos más la radio (no se animen que no soy del pleistoceno como dicen mis hermanos pequeños, solo estoy en la cuarentena). Yo me tragaba todos los programas musicales que podía y que el compartir tele con 6 hermanos me permitía. Los payasos de la tele, tocata, gente joven, Fradejas, la zarzuela, coplas, los cuarenta principales… A eso hay que añadir que cuando éramos pequeños en casa trabajaba Fernanda, una madrileña con mucho desparpajo que se sabía todo tipo de refranes y frases chulapas y chuscas. Así supongo que debí ir almacenando un montón de letras en mi cabeza que ahora me asaltan en el momento más inesperado e inoportuno.
Así, cuando me encuentro a alguien que hace tiempo que no veo no puedo evitar el “cuánto tiempo sin verte Luisa Fernanda”; cuando empiezo una clase no puedo evitar el ¿cómo están ustedes? (las nuevas generaciones me miran como las vacas al tren porque ni les suena); cuando un discurso empieza por “señoras y señores” en mi cabeza oigo seguido el “en el culo tengo flores”, si oigo la frase “que se acabe el paro” yo sigo con Carlos Cano y la “murga los currelantes”…
Me imagino que a estas alturas se preguntarán que qué tiene que ver todo este rollo con la innovación. Pues bien, fijénse ustedes, he encontrado un nuevo método para desarmar a mis hijas. Así cuando la peque me dice muy airada “vete” yo le canto el “vete me has hecho daño, vete”. Cuando están tristes me viene a la cabeza una de Giorgi Dann “no hay que estar, no hay que estar tristes” (¿dónde demonios habría aprendido yo semejante cosa, por cierto?). Cuando me dicen que tienen frío me sale el “¿frío has dicho? eso me espanta, eso me inquieta, no llevarás camiseta, toma esta manta… Si me pongo a ello, puedo hilar algún trozo de canción con lo que quiera que estén diciendo. Resultado: ¡exasperación!, los lloros, las riñas todo muta en risa floja de desesperación y en un ¡mamá cállate ya! Risas generalizadas, se acabó el drama y a otra cosa. Prueben, prueben y ya me contarán. En mi caso, ¡mano de santo!
A la cama no te irás sin saber una cosa más…
PD: ya perdonarán el desbarre pero una le da a la innovación de día y de noche, en la salud y en la enfermedad… porque la innovación va contigo donde quiera que tu vas está entre tu pelo y en tu forma de besar… y además resistiré como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.
Lo que acabo de leer en tu post, me cala hondo ya que ahgo lo mismo que tu, efectivamente, tambien le entro a las canturreadas y son la mejor manera de transformar berrinches en risas, mal humor en hilaridad…me identiofico plenamente con o que dices, y es lo que recomiendo a las parejas que quieren hacer una vida juntos…gracias por plasmarlo…y ¿sabes?…te llamas como mi hija..Belén…y ella como yo, tiene una manera de actuar muy similar…un abrazo