No lo tenía en mente pero me viene al pelo, porque las consideraciones que siguen no vienen de una publicación sesuda, pero sí de una de millonaria distribución y —pienso— algo quedará por ahí. Conducen, a la postre, a hacernos planteamientos de raíz — por eso se tilda de “radicales” a quienes los formulan— que son los que no pretenden curar el mal con paños calientes, es decir priorizando lo urgente sobre lo importante. Y es que, dejémonos de tonterías, los agentes de la innovación están vinculados con la educación. No puede ser de otro modo.
Sin embargo, la innovación no se asume como cosa propia. Como en tantas cosas, la culpa siempre la tienen los otros: ahora le toca a la Administración Pública, ¡quita allá, a los funcionarios en persona!, cuando esto —a mi juicio— no va así. Cierto que —como se denuncia— en la Administración hay intereses inmovilistas en una normativa obsoleta y de autoprotección.
Para sacar alguna idea en limpio no es necesario leer sesudos tratados. Basta con escuchar o leer opiniones —autorizadas, eso sí— y atar cabos, si no estás incapacitado para ello por haber padecido la LOGSE o incluso la LOE, que dejan secuelas. Lo contrario sería meritísimo. Pero a lo que voy.
El 4 de diciembre último, se publicaron los escuetos resultados de una Cita con los mayores especialistas del mundo en educación (http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo.php?id=75078&id_edicion=6907), que conforme los releía me salía a vuelalápiz un esquema, que quiero compartir en este blog:
Estamos ante una crisis de estancamiento que tiene una doble vertiente, económica y cultural, final de un modelo de sociedad que afecta a los valores ciudadanos que debieran impregnar, por necesidad (salvo que se tratase de una cultura caníbal), tanto la educación de las personas en la escuela como —sobre todo y originariamente— la educación en la familia, con la particularidad de que estos valores redundan en beneficio de ambos ámbitos sociales.
Esta educación no sólo informa a los educandos sobre técnicas y valores, sino que —para que no sea baldía— debe convertirse en conocimiento y, especialmente, motivar el vivir, produciendo sinergias e impulsando la creatividad humana. Creatividad que es tanto como decir la innovación necesaria para “salir del agujero” sin tirarse de los pelos. Una innovación que pasa primero por las personas, a quienes hay que poner nombre y apellidos y evaluarlas con fines de libre competencia en el “mercado de la educación”, y luego por los procedimientos, desvinculados del cortoplacista interés del político de turno e invirtiendo a medio y largo plazo. Porque «invertir en Preescolar es más rentable que hacerlo en Bolsa», como reconoce James Hackman, Nobel en Economía y profesor de la Universidad de Chicago.
Y no se crea que cuando hablo del “mercado de la educación” me refiero solo al de docentes, sino, sobre todo, al de los fautores de leyes y reglamentos. Sin embargo, docentes y fautores son esos “otros”, que apedreamos para exculparnos, cuando el problema es también y sobre todo nuestro: primero, en tanto que ciudadanos, porque los elegimos sin previamente evaluarlos y nos secuestran luego el voto sin pestañear; segundo, porque no apreciamos el valor de los docentes al no tenerlos evaluados; tercero y último, porque no nos comprometemos a sacar adelante una familia donde se tengan presentes esos valores a los que nos referimos, empezando por la honradez y el trabajo, ni tampoco nos evaluamos. Seguimos apedreando al macho cabrío.
Todo esto saco en limpio de cinco páginas de texto intercalado entre excelentes fotografías. No sé si hay coolhunters que se fijen en estas tendencias de Finlandia, Suecia, Singapur, EE.UU. y Corea del Sur.
Autor: José Ángel Zubiaur
Convencido de que innovar es adoptar nuevos cauces e instrumentos para dar respuesta a una nueva realidad que nos resistimos a aceptar, manejar, dirigir y orientar, aporta una experiencia acreditada en gobernanza, tanto en España como en el resto de la UE. Ha liderado proyectos estratégicos públicos, privados y mixtos, en cooperación interregional y transnacional, compartiendo recursos estratégicos para el desarrollo territorial y de organizaciones, mediante procesos horizontales asentados en el conocimiento de las personas