Estos días de Navidad, de vacación, de mucha familia y estruendo de niños, he podido también reflexionar. Para empezar, he vaciado bolsillos de papelillos garabateados y mi iPhone de notas manuscritas y de voz, tomas por aquí y por allá, a unos y a otros o fruto de fugaces pensamientos propios, a veces destalentados. Al principio me ofrecen la visión de un tutum revolutum, pero no, responden a una idea central, que me preocupa, y a varias en particular, de tono menor, según se elija el todo o la parte.
He oído y visto a mis hijos y sobrinos, grandes y pequeños, conversar y jugar y no he podido sustraerme al pensamiento inhabitual: ¿qué hijos dejamos al mundo que ya está aquí y al que viene, que viviremos juntos, siquiera por un rato?; ¿con qué equipaje cuentan?; ¿serán capaces de distinguir el bien del mal, lo principal de lo accesorio, los fines de los medios? En el fondo, ¿conocen la naturaleza del hombre y de lo humano?
El primer día de mis estudios universitarios escuché de un viejo maestro, apodado “el cejas” ya en tiempos de mi padre, citar a Epicteto al decir que «initium doctrinae sit consideratio nominis». De este modo dejó sentado —y me quedó para toda la vida— que o hablamos todos de lo mismo o, para no entendernos, mejor nos callamos. Debo anticipar que este posicionamiento siempre me ha acarreado incomprensiones interesadas y problemas, pero ¡vamos allá!
Crisis sí. Padecemos una gigantesca y, en cierto modo, sin precedentes en la historia. Porque no es que estemos en crisis, es que el modelo está reventado. Lo hemos reventado entre todos, al menos los habitantes del mundo occidental. Y —¡ojo!— también los de Chindia, que aprendieron las malas artes del nuestro y las han mejorado, al combinar dirigismo colectivista y capitalismo salvaje. Es un modelo insostenible cualquiera que sea el punto de vista que se adopte para su consideración, sea ecológico, social o personal —sí, personal, mejor que decir humano, que pudiera parecer una lejana abstracción que no me afecta, cuando lo hace a diario en forma de estrés y depresión.
Se apunta —lo conocen ya las empresas— un necesario cambio de ciclo, que nos exige una rápida adaptación a las nuevas circunstancias, cuya puerta de salida no es sino la innovación y ésta tiene la premisa del talento . «¿Por qué algo tan sencillo [el necesario cambio de paradigma empresarial] es tan difícil de entender?», se preguntaba Virgilio GALLARDO días pasados en este blog (1). Yo me atrevería a contestarle: pues porque no interesa. Con palabras de otro, porque la verdadera causa de la crisis está producida por la introducción en el modelo de «la peor pasión humana, que no es otra que la codicia. Al adorar al Mercado, hemos encumbrado a los codiciosos [“sacerdotes de la oferta y la demanda”, los llama más adelante] quienes, libres de amenaza o de crítica, han arrasado sin contemplaciones» (2).
Si «no existe ya el mundo para el que fuimos educados» (3), la salida está en reencarnarnos, dicen unos; reinventarnos, dicen otros; desaprender, los más cool… Todos son eufemismos vergonzantes para no entrar en el fondo de la cuestión: nos tenemos que arrepentir de lo mal hecho, desandar el camino equivocado, e iniciar otro que no es el del crecimiento económico, sino el del desarrollo humano.
Innovar no es solo dar con nuevos procedimientos para reducir costes económicos sino aquellos otros que si no redundan en un desarrollo humano harán que el sistema “corregido” también reviente. Carla GARRAUS (4) propone valorar lo básico, utilizar el sentido común y la intuición, en suma la inteligencia para algo más que acumular riqueza sin otro objetivo que la competencia, no volver a forzar a la sociedad y recuperar lo que es genuino de la condición humana: percepción, imaginación y pasión por un mundo verdaderamente humano.
Estamos asistiendo en estos días a unas fortísimas restricciones presupuestarias por parte de las administraciones públicas, que afectan a las subvenciones en general y a las de I+D+i en particular. Un análisis de las nuevas prioridades en el contexto de un insostenible Estado de Bienestar nos llevaría a cuestionarnos la necesidad de adelgazar a éste para retornar a la sociedad lo que se le usurpó por aquél, pero esto es harina de otro costal, aunque viaja en el mismo vagón.
Volviendo a lo que decía. Pudiera parecer que con las restricciones adoptadas por las autoridades del Estado y las prioridades presupuestarias proclamadas parece concluirse que no va a poderse innovar. Nada más equivocado.
El motor de la innovación no es el dinero sino el talento. Hemos de pasar del discurso vacío del lamento al discurso de la acción, dice GALLARDO. A mí me parece que se trata de un desafío a la inteligencia. Los recursos materiales son los que son —y, además, están mal distribuidos— y no hay más que los intangibles que pudiéranse aportar desde un mejor y más amplio conocimiento del hombre y de sus cosas. Me atrevo a añadir porque es así, porque no hay vuelta de hoja, y dejémonos de historias acerca del origen de la humanidad porque, efectivamente, nos pareceremos a los simios pero nuestras diferencias no son solo de grado, sino que el hombre es capaz de generar conocimiento y los simios no.
Proclamamos en la cabecera de este blog que «Hacemos que la innovación suceda». Es nuestro empeño, pero la cosa no está fácil. Empieza por uno mismo. Decía el DANTE que «el lugar más caliente del infierno se reserva a aquellos que en tiempos de crisis moral —y estos lo son— mantienen su neutralidad moral»
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(1)GALLARDO, Virginio: “Un mantra recorre el mundo empresarial ¡No hablemos de crisis, hablemos de innovación!”, en http://supervivenciadirectiva.com/2011/12/22/un-mantra-recorre-el-mundo-empresarial-no-hablemos-de-crisis-hablemos-de-innovacion/
(2)ARGULLOL MURGADAS, Rafael, en http://www.agendaviva.com/revista/articulos/Epicentro/Crisis-de-civilizaci-n-Entrevistas-Mar-Nov
(3)PÉREZ-REVERTE, Arturo, “Patente de corso. La orquesta del Titanic”. Xl Semanal, nº 1168, 10 de marzo de 2010, p. 6.
(4)GARRAUS, Carla, “Alcanzar el cambio”, en “http://happeninn.es/2011/12/alcanzar-en-cambio/
Autor: José Ángel Zubiaur
Convencido de que innovar es adoptar nuevos cauces e instrumentos para dar respuesta a una nueva realidad que nos resistimos a aceptar, manejar, dirigir y orientar, aporta una experiencia acreditada en gobernanza, tanto en España como en el resto de la UE. Ha liderado proyectos estratégicos públicos, privados y mixtos, en cooperación interregional y transnacional, compartiendo recursos estratégicos para el desarrollo territorial y de organizaciones, mediante procesos horizontales asentados en el conocimiento de las personas