Decíamos en otro momento que sabemos que el progreso no sólo responde a parámetros económicos (crecimiento económico), sino también intelectuales, morales o de conducta, porque es evidente que si queremos progresar debemos cambiar el más por el mejor, lo cual nos lleva directamente a plantearnos la cuestión de la innovación. Recordamos que tras la innovación hay seres humanos y advertimos del riesgo que el progreso puede provocar la pérdida de la condición humana. Por otro lado, propugnamos también cambiar de paradigma sociopolítico desde un modelo que evidencia que no tiene salida y que las cosas van a empeorar, así como replantearnos a fondo el papel de la educación desideologizada. Así mismo, sostenemos que hay que darle la vuelta a la Administración Pública desde las profundidades de la gobernanza, que parte del ciudadano y del olvidado principio de subsidiariedad.
Estos argumentos plantean la cuestión de los que podríamos denominar “abortivos” del proceso de innovación, que lo son, en mi opinión. El primero se llama envidia, el segundo igualitarismo. Además de funcionar cada uno por sí mismo, están íntimamente relacionados, de modo que juntos amplían notablemente su espectro de acción.
Autor: José Ángel Zubiaur
Convencido de que innovar es adoptar nuevos cauces e instrumentos para dar respuesta a una nueva realidad que nos resistimos a aceptar, manejar, dirigir y orientar, aporta una experiencia acreditada en gobernanza, tanto en España como en el resto de la UE. Ha liderado proyectos estratégicos públicos, privados y mixtos, en cooperación interregional y transnacional, compartiendo recursos estratégicos para el desarrollo territorial y de organizaciones, mediante procesos horizontales asentados en el conocimiento de las personas